EL CERRO, EL
DIABLO Y NOSOTROS
Cali hace parte de un complejo
mestizaje que encuentra su expresión no sólo en las tradiciones, artesanías, música
y gastronomía, sino y también en sus mitos y leyendas que se han ido quedando en el anaquel del
olvido.
Montebello, el corregimiento más
joven de Cali, el más densamente poblado, el mas cercano a la ciudad está
asentado en la falda del Cerro de las Tres Cruces, y ha visto correr bajo el peso
de los años la amalgama de etnias y culturas que han ido escondiendo el mito y
la leyenda de la construcción del monumento.
El mito empezó por en el año de
1837, cuando Cali se vio inmersa en una ola de terror causada por múltiples
muertes, la viruela, el dengue, la lepra, la prostitución, incendios, plagas y
la falta de cosechas. El demonio se dejaba ver por los cielos como la figura de
un murciélago gigantesco o como la sombra del diablo.
Se debía conjurar a ese demonio,
fe así que, el 3 de mayo de 1837, los dos hermanos subieron en procesión
llevando tres cruces de guadua adornadas con flores y ramas,3 con la idea de
exorcizar al Buziraco por orden de la Arquidiócesis de Popayan. Cuando las tres
cruces fueron implantadas, una voz profunda surgió del cerro maldiciendo la
ciudad.
Maldición que aun retumba en los
albores del siglo XXI cuando el DIABOLO (singo de división) se pasea por la
ciudad, la plurietnica y multicultural ciudad de Santiago de Cali, para no
dejar ver que en medio de la diversidad puede reinar la unidad.
Así este escrito EL CERRO, EL DIABLO Y NOSOTROS, cuenta
esta historia que va amaginada
por personajes de indígenas, negros, mestizos, que bailando en torno al mítico
cerro se unen en una danza para de una vez por todas desterrar al DIABOLO, mandarlo
a la parte de atrás de la comparsa de la vida para que sea la MULTIETNICA CALI, la
PLURICUTLRUAL CIUDAD la que baile en el Desfile del Carnaval.