miércoles, 20 de mayo de 2009

La Cali que esperamos:

A partir de un trabajo estudiantil de un prestigioso colegio de Cali, se me pregunto cual es la Cali que estoy esperando delegar a mis hijos, y me surgió esta reflexión que me parecer bueno compartir con ustedes:

Que espero yo de Cali, o que espera Cali de mi como ciudadano, es una pregunta que asalta al reflexionar sobre el futuro de mi ciudad, creo que más que esperar ver el crecimiento y fortalecimiento estructural de una ciudad que tiene su máximo valor en los ciudadanos que la conforman, espero que aprovechemos muy bien esa fuerza de dos millones de almas que pueden hacernos esperar una Cali así.

Multicultural:
Rica en expresiones de cultura, que se respeten, promuevan y quieran

Con amoblamiento urbano respetable y que respete:
Con la llegada de las veintiún mega obras que se propone el gobierno local se amoblará la ciudad para que este segura en el siglo XXI, sin embargo esperamos una ciudad que respete el libre transito de las personas, que hayan espacio de oxigenación, de verde, de tranquilidad, que nos e la tome en l humo de los vehículos y el ruido ensordecedor de los buses que ahora van a llegar con más fuerza a los barrios populares y regiones mas apartadas, por culpa del MIO que lo ha sacado de las vías principales.

De inclusión digital:
Si no estamos a la altura de las grandes ciudades donde el mayor porcentaje de sus habitantes tiene acceso a las redes de información, estaremos quedando “analfabetas” digitales, que no podremos acceder al mundo de posibilidades de formación, información y recreación que las redes nos permiten, este aspecto toca dos puntos importantes la infraestructura misma, la llegad de centros digitales populares, redes públicas, bajos costos para servicios privados y cubrimiento total del territorio, sino que también abordada el tema de la formación para acceder y apropiarse de estas redes, se requieren procesos de formación en el uso de las nueva tecnologías

De espacios para el libre desarrollo de la personalidad de niños y jóvenes
Se hace necesaria una gran inversión en la educación y formación del pueblo, que el derecho a la educación sea verdaderamente gratuito, que al educación impartida sea de excelente calidad y que asegure al realización de su proyecto de vida.

Espacios de sociabilidad sanos, donde se puedan encontrar posibilidades de desarrollar su sentido de pertenecía a un grupo que los ayude sanamente a encontrar su vocación de servicio, entrega y respeto a la autoridad.

Espacios donde pueda el niño o joven desarrollar sus cualidades humanas, sus dones y carismas, donde pueda sentirse él como eje fundamental de su propio desarrollo,

Espacios para la sana recreación con instructores, guías y procesos acordes a sus necesidades, realidades físicas y culturales.

Una ciudad sin corrupción:
Que políticos, empresas privadas y comunidad en general entiendan que la corrupción es el sida de la sociedad, que la mata por dentro, la consume y la destruye en todas sus ramas.

Un trabajo arduo que involucra, no solo al que recibe la “coima”, sino también al que la entrega, al político que compra conciencia y al ciudadano que vende su conciencia, al contratista que ofrece un porcentaje y el concejal que abre su billetera. Que de los cien pesos que se invierten en desarrollo de la ciudad el cien por ciento se invertido en ese aspecto.

Una ciudad que gira en torno a la felicidad del hombre y la mujer:
Que todas las acciones que se emprendan en esta ciudad sean para favorecer el desarrollo sostenible de sus habitantes, desarrollo que no se mide por la cantidad de parques sino por la calidad de la recreación, que no se mide por el número de camas en los hospitales, sino por la buena salud que gozan sus habitantes, que no se mide por la cantidad de agentes del orden, sino por al seguridad que se siente al salir a la calle o dejar la fuera abierta, que no se mide por el numero de profesores sino por la calidad educativa que estos imparten, que no se mide por los metros cuadrados de la casa sino por la calidad de afecto en medio de esas cuatro paredes, que no se mide por la cantidad de casos reportados en maltrato, sino por la sonrisas de niños que gritan “estoy feliz”, que no se mide por el porcentaje de desempleados sino por la calidad de los empleados, que no se mide por la disminución en el numero de mujeres maltratadas sino por el respeto que le hemos enseñado y que están practicando los “machos de siempre, que no se mide por los metros cúbicos de cemento construidos sino por la calidad de vida mejorada con estas obras.

La lista es larga, solo me resta decir que la Cali que esperamos, que espero, es una Cali donde la calidez de su gente se demuestre en el respeto, el civismo y le generación de felicidad que ella misma produzca en sus entornos.

martes, 19 de mayo de 2009


La solidaridad como virtud que dispone al hombre a obrar a favor del bién común.

La solidaridad tiene como punto de partida, para todos nosotros hombres del siglo XXI y que profesamos la fe en un Dios vivo, personal y salvador, la venida de ese Dios a poner su morada en medio de la humanidad.

Ese hecho, trascendental para la historia de la humanidad, conocido como la encarnación, da inicio a un nuevo estilo de vida que propende por el bien común como muestra de una nueva vida.

Él nos reveló que como imagen de Dios, en lo más profundo de nuestro ser esta inscrito esa trascendencia que nos permite tener esa capacidad de Dios y en ella como valor agregado el amor, no solo a ese Dios Creador, sino y también a los seres que están a su alrededor.

Ese Dios revelado en la persona de Jesucristo, llevó a su máxima expresión el amor, la solidaridad, la caridad, al dar su vida, vicariamente, por todos y cada una de las personas del mundo, al pagar con sangre una deuda contraída por el pecado, este hecho fundamenta y pone de relieve que la alteridad es posible en la medida que el otro quepa en el corazón del uno.

De esta manera y como condición irrefutable, el cristiano es llamado a vivir amándose asi mismo y en ese amor debe caber el prójimo, de esa forma todas sus acciones de vida estarán encaminadas al bien común, camino que llevará a la vida eterna (Cf. Mt. 18. y 25, 31- 46). Y que invita a “subir en su propia cabalgadura” al otro, como lo hizo el samaritano de la Parábola.

Toda esta manera de vivir la propia vida, llega a hasta nuestros dais, gracias a la Iglesia que ha perpetuado, como cauce que conduce el agua, la doctrina, enseñanzas, y normas de vida que dejo Jesucristo.

Sin embargo, nuestros días se ven inundados de un gran individualismo que no dista mucho de lo sucedido en tiempo de Jesús en la tierra, cuando el maestro de la ley le pregunta quien es mi prójimo y después de una parábola ejemplar, termina poniendo en boca de su interlocutor la propuesta que hoy nos ayudaría a disipar el individualismo creciente: “según tu parecer quien se porto como prójimo”, No debo estar pendiente de quien me puede ayudar, quien me puede salvar, quien puede ser solidario conmigo, aun en medio de las grandes necesidades que cada uno tenemos debemos poner al otro en nuestro proyecto de vida y con él construir comunidades vivas.

Aun asi, después de estas enseñanzas, el mundo asiste esperanzado a un mercado de salvadores: materiales, espirituales, duraderos, volátiles, virtuales, comunicativos, todos ellos proponen un camino, supuestamente cierto, y que no incluye ninguna responsabilidad con el otro creando un individualismo que reta a los cristianos a salir de los templos, crear pequeñas comunidades evangelizadas y evangelizadoras que con su testimonio de solidaridad y nuevo estilo de vida hagan llegar a sus caminos a tantos y tantas que buscan un fin supremo que solo les puede dar el Dios de los Cristianos.
PEDRO ANTONIO ORTIZ CARDENAS
Estudiante Maestria en Ética Social a la luz de la D.S.I.